Director: Fred Zinnemann
Año: 1952
Reparto: Gary Cooper, Grace Kelly, Thomas Mitchell, Lloyd Bridges, Lee Van Cleef.
Puntuación: 7,5/10.
Gary Cooper interpreta al sheriff de un pueblo, recien casado y a un día de retirarse, a espera de que el nuevo sheriff llegue a la ciudad. A punto de irse de luna de miel y empezar una nueva vida,un antiguo forajido que asolaba anteriormente la ciudad, y que él mismo metió entre rejas, está a punto de volver a la ciudad con sus secuaces, con ansia de venganza. El sheriff puede elegir irse de luna miel en su último día de servicio, pero los hombres honestos afrontan los problemas... pero cuando decide quedarse, resulta que nadie en el pueblo está dispuesto a ayudarle frente al peligro inminente.
Una de las películas míticas del género. Cooper nos presenta a un sheriff que se corresponde con el héroe típico, estimado entre la gente, honesto y generoso, que elige proteger a escapar, morir antes que ser un cobarde. Esta figura se opone un poco a los protagonistas presentados en otros westerns, como los protagonizados por Clint Eastwood, donde el héroe por momentos es bueno y malo, con una imagen de tipo duro mucho más trabajada.
Me gusta la obsesión que se va creando en la película con la hora de la llegada del tren. El tiempo pasa implacable, y sin embargo, nadie está dispuesto a jugarse el cuello para ayudar al sheriff; la cobardía adquiere un punto algido en esta película, donde pocos o ningún amigo le quedan al protagonista.
Considerada una obra maestra, tengo que decir, con todos mis respetos, que, encontrandole mucha calidad, esté no va a convertirse en mi película del Oeste preferida (por decirlo de alguna manera). Brilla, y mucho, pero no me enciende tanta pasión como por la rudeza, suciedad, tiranía y humor que encuentro en el spaghetti western de Sergi Leone.
De todas formas... un clásico siempre es un clásico.
Una de las películas míticas del género. Cooper nos presenta a un sheriff que se corresponde con el héroe típico, estimado entre la gente, honesto y generoso, que elige proteger a escapar, morir antes que ser un cobarde. Esta figura se opone un poco a los protagonistas presentados en otros westerns, como los protagonizados por Clint Eastwood, donde el héroe por momentos es bueno y malo, con una imagen de tipo duro mucho más trabajada.
Me gusta la obsesión que se va creando en la película con la hora de la llegada del tren. El tiempo pasa implacable, y sin embargo, nadie está dispuesto a jugarse el cuello para ayudar al sheriff; la cobardía adquiere un punto algido en esta película, donde pocos o ningún amigo le quedan al protagonista.
Considerada una obra maestra, tengo que decir, con todos mis respetos, que, encontrandole mucha calidad, esté no va a convertirse en mi película del Oeste preferida (por decirlo de alguna manera). Brilla, y mucho, pero no me enciende tanta pasión como por la rudeza, suciedad, tiranía y humor que encuentro en el spaghetti western de Sergi Leone.
De todas formas... un clásico siempre es un clásico.
