martes, 2 de marzo de 2010

PERVERSIDAD (Scarlet Street)



Director: Fritz Lang

Reparto: Edward G. Robinson, Joan Bennett, Dan Duryea, Jess Baker, Margaret Lindsay

Año: 1944



Puntuación: 8/10


            Christopher Cross es un cajero de banco aficionado a la pintura. Una noche conoce a la joven kitty, de la que se enamora. Ella, dejándose llevar por su novio Johnny, engatusa a Chris para que le pague un estudio y le ceda dinero de vez en cuando, con la excusa de poder proporcionarle un sitio  para que él pinte sus cuadros. Pero Johnny acaba vendiendo los cuadros como si fueran de Kitty, convirtiendose en una famosa pintora.

           La "femme fatale", ese icono del cine negro símbolo de las más poderosas y destructivas armas de la mujer, hace su aparición en este drama agónico y trágico llevada por la genial mano del maestro Fritz Lang. El alemán nos conduce a través de la caída de un hombre desde su modesta vida al abismo de la locura, en un intento por alcanzar su última oportunidad de ser feliz.

           La manipulación de la mujer sobre el hombre, tratado en otras obras maestras como "Lolita" o, sin ir más lejos, en la maravillosa "Amanecer" de Murnau; encuentra aquí la excusa del amor como pretexto del engaño. La mujer, prendida de un hombre de la peor calaña, no escatima en encantos a la hora de conseguir lo que necesita con tal de complacer a quién ama. Éste, hombre detestable, sin escrúpulos, atrevido bribón, representa al macho dominante, de supuesta gran virilidad, que conquista a las mujeres con su autoritaria personalidad. Dos malévolas personalidades, unidas en un gran guión, en busca de la riqueza fácil, a costa de un pobre desgraciado.

          Una vez más, Lang nos presenta una historia que se va envenenando en cada minuto, una tela de araña trenzada para no salir de ella. Las mentiras se disparan una tras otra, incontrolables, desencadenan su inevitable efecto bola de nieve, hasta su ecatombe final. Las intenciones más crueles de unos acaban por transformar la inocencia del más bondadoso en pura ira, y, como no, todo acaba en una tormenta de perversidad.

        

         

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