lunes, 10 de octubre de 2011

MELANCOLÍA (Melacholia)



Director: Lars von Trier

Reparto: Kirsten Dunst, Charlotte Gainsbourg, Kiefer Sutherland, John Hurt, Alexander Skarsgard, Charlotte Rampling

Año: 2011


Puntuación: 6/10


   La película comienza con la boda de Justine y Alexander, en la espectacular mansión de su hermana. Mientras tanto, el planeta Melancolía se acerca a la Tierra.



     La mezcla de géneros es un recurso muy utilizado últimamente para renovar la originalidad de las películas. La ciencia ficción ha servido en los últimos años como contexto para mostrar emociones y tramas que no suelen ser puestas bajo esa perspectiva habitualmente. Así, hace más o menos un año recibimos "Monsters", una especie de "Lost in translation" en road movie, bajo un entorno rodeado de gigantescos monstruos.

    En este caso, el enigmático Lars von Trier, ese hombre al que echaron del festival de Cannes por declarar que "Hitler le cae bien",  prometía espantar al prójimo con su nueva película que utilizaba el fin del mundo como pretexto para indagar sobre las miserias humanas y las mentes perturbadas. Tras el revuelo de su última película, "Anticristo", calificada de obscena y ampliamente criticada (un servidor se abstuvo de verla solo para ahorrarme el horror de ver como dos personas se dedican a extirparse sus partes más intimas), podía esperarse de todo de su siguiente película.  

    No obstante, hay que romper una lanza en favor del director danés, al cual parece que todavía le rigen algunas partes del cerebro. Al menos en "Melancholia" presenta un firme drama personal, donde los débiles inconformistas acaban alzándose sobre la estable, cómoda y perfecta vida de la gente ideal. El caos instado sobre la protagonista hace navegar a la película sobre un estruendoso desastre emocional, incómodo de sentir, algo incomprensible de entender, difícil de hacerse identificar. Von Trier gusta de personajes turbulentos, de mentes perturbadas, de lacerantes actos y de consecuencias molestas para su entorno. Así, lo que parecía un feliz comienzo, acaba en el típico caos un poco surrealista del que siempre hace gala, del que no siempre sale airoso. Sin embargo, su narración tiene fuerza, apoyado por interpretaciones sólidas y por un ritmo de densidad asequible, que permite llegar sano y salvo al espectador hasta la segunda parte.

   Y no es hasta la segunda parte donde nos damos cuenta de todo el tinglado que el danés nos tenía preparados. Pasamos de la autodestrucción a la destrucción total, al final de los finales. Entonces todo se derrumba, pero no puede derrumbarse nada para alguien que ya se ha destruido a si mismo, por lo que al final todo se convierte en una reflexión de donde acabamos, de que todo es efímero, de que el final puede estar cerca, de que la impotencia que sienten algunos puede ser la que sientas algún día. El final, el infierno, está en todas partes, puede que no te afecte, puede que no te relaciones con ello, y sin embargo, sólo aquellos que lo han vivido pueden estar firmes cuando uno caiga en él. A pesar del intenso drama mental de la protagonista, y de no conseguir identificarme del todo con las inquietudes de los personajes, quedo enganchado hasta el acto final.

     Película al menos curiosa e interesante, de bellas imágenes estelares y de inusitada introducción. Aunque tengo que decir, y lo siento por Lars von Trier, pero lo mejor de la película, y miren que no está mal, son las tetas de Kirsten Dunst sobre la luz azul planetaria.

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