lunes, 6 de septiembre de 2010

EL LARGO ADIÓS (The long goodbye)



Director: Robert Altman

Reparto: Elliot Gould, Sterling Hayden, Nina Van Pallandt, Mark Rydell, Henry Gybson, David Arkin, Warren Berlinger, Jim Bouton, Arnold Schwarzenegger.

Año: 1973


Puntuación: 7/10

     Phillip Marllowe es un detective privado que un día recibe la inesperada visita nocturna de su amigo Terry Lennox, el cual le pide que le lleve a Tijuana inmediatamente sin ninguna explicación. Al volver, la policía lo detiene al descubrir que la mujer de Terry está muerta y que él está fuera del país. 

     Durante los años 70 el género de cine negro sufrió una regeneración completa. Resurgido desde los maravillosos años 40 y 50, donde grandes como Fritz Lang, Wilder, John Huston o Welles, entre otros, nos maravillaron con grandes obras de arte. Esta renovación llevó al renombre de cine policíaco, con bastante acierto, al estar muchas tramas inmersas en la corrupción del cuerpo, o centrada en polémicos inspectores o en detectives privados hartos del papeleo de la comisaría. De este resurgido cine salieron personajes como los de "Harry el sucio" o "Shaft", pasando por el mítico "Bullick" de Steve McQueen.

     Siguiendo la estela, Robert Altman, director un tanto irregular, capaz de obras como "Vidas cruzadas" o "Gosford Park", apareció con este relato detectivesco, protagonizado por un sarcástico inspector privado, doblegado solo por su gato. El señor Marlowe navega con sagacidad durante toda la película entre extravagantes personajes de Malibú, desde sus místicas vecinas hasta un rico escritor alcohólico (interpretado por el genial Sterling Hayden). Caricaturizado como si fuera un detective de los años 20, con su coche de la época, se ve perseguido de repente por mafiosos de tintes ochenteros que parecen salidos de "Corrupción en Miami", con ciertos aires de estupidez. Entre los muchos matones encontramos a un gigantesco por entonces gobernador de California.

     La trama, a pesar de fluir entre irregulares personjes y situaciones algo inestables, se mantiene firme y arrastra al espectador con el protagonista hasta los minutos finales, donde todo remata en un ataque de rabia brutal. La mano del director se deja ver en exóticos planos, ya sea utilizando el reflejo de los espejos, como usando planos generales que fuerzan la deducción de la postura de los personajes. Divertidos con la simpática actitud del peculiar detective, no podemos evitar acompañarle hasta destapar toda la verdad.
   
   Al final, sabiendo que no has asistido a la heredera de "La jungla de asfalto", te queda sin embargo una sensación de satisfacción, y la curiosidad por saber quién coño le ha robado el gato.

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