martes, 5 de julio de 2011

RÍO BRAVO



Director: Howard Hawks

Reparto: John Wayne, Dean Martin, Ricky Nelson, Angie Dickinson, Walter Brennan, Ward Bond, John Russell, Claud Akins, Bob Steele

Año: 1959


Puntuación: 8/10


         En un pueblo del Oeste un hombre es encarcelado por asesinato por el sheriff Chance. El hermano del asesino, un rico terrateniente, intentará por todos los medios rescatar al acusado, por lo que el sheriff se verá obligado a atrincherarse en la cárcel junto a sus ayudantes, un borracho, un viejo, y un joven pistolero sin experiencia.

         La justicia es un deber poco rentable de cumplir. Los beneficios son pocos y las perdidas pueden ser muchas. En el lejano Oeste, donde la ley era poco menos que anárquica, el encargado de hacerla cumplir era poco menos que un mercenario a cargo del pueblo en cuestión; arrastrado por la soledad, las ganas de asentarse en un lugar y un sueldo permanente, se colgaba una estrella y esperaba la muerte, seguramente a balazos, para ser sustituido por otro pobre diablo al que poder volver a llamar sheriff. Así pues, este agente de la ley presenta siempre todo en su contra para defender al cobarde y débil pueblo de los supuestos delincuentes, que casualmente se ven siempre enormemente acompañados en almas y dinero. Por el contrario, nuestro individuo a penas se encuentra secundado en los momentos clave, o incluso afronta el peligro inevitablemente solo, como Gary Cooper en "Solo ante el peligro".

        En esta excepcional historia, la persona resignada a llevar la insignia es encarnada por el mítico John Wayne, siempre recto oficial respetado en el pueblo. A su lado ya solo queda un viejo cojo con muy malas pulgas, soberbiamente interpretado por Walter Brennan, uno de esos secundarios emblemáticos. El séquito de perdedores lo completan Dean Martin, el mejor papel de la película, un buen tirador atormentado por el pasado, hundido en los temblores del alcohol; y Ricky Nelson, interpretando a un osado pero inexperto joven con prometedora puntería. Los cuatro se enfrentarán a la familia del preso de turno, que irán sitiando el pueblo hasta acorralar la cárcel, sólo interrumpidos por una sensual y seductora Angie Dickinson que hará lo posible por seducir al duro e inquebrantable sheriff.

     La impresionante secuencia inicial deslumbra por la ausencia de diálogo y una acción inusitada en el western hasta la fecha. Con rapidez, se monta una rocambolesca pelea entre asesino, borracho y sheriff que acaba con un violentísimo disparo a quemarropa en el estómago de aquel que se mete donde no le llaman. Una escena que puede que marque un referente en la violencia acentuada del cine del género posterior. Una de esas escenas por las que Hawks es uno de los grandes de la historia del cine.

     Mientras Wayne y Dean Martin pasean por la ciudad de noche haciendo su ronda de vigilancia con los sentidos agudizados y el dedo en el gatillo, pero también disfrutando de la compañía de un viejo amigo al que uno no sabía si había perdido para siempre, uno piensa en la redención, en la amistad, en que puede que afrontar el mayor de los peligros cerca de una mano de confianza haga que la proximidad de la muerte pase a un plano secundario. Así era el viejo Oeste.

    

No hay comentarios:

Publicar un comentario