viernes, 6 de julio de 2012

FORJA DE HOMBRES ("Boys town")



Director: Norman Taurog

Reparto: Spencer Tracy, Mickey,  Rooney, Henry Hull, Leslie Fenton

Año: 1938


Puntuación: 7/10




        El padre Flanagan, tras presenciar al condena a muerte de un antiguo conocido, se da cuenta de que muchos criminales proceden de infancias difíciles, sin padres, sin comida y sin ayuda. Por ello, decide fundar un centro de recogida que no practique las mismas reglas que los orfanatos típicos, basándose en el cariño y el apoyo mutuo. Sin embargo, sacar adelante un centro así no es fácil.


        Spencer Tracy es uno de esos actores que será recordado para la posteridad por su magnetismo y su gran presencia en las pantallas. Normalmente se le recuerda más por sus intervenciones más actuales, entrado ya en años, como en "Adivina quién viene esta noche" o "La conspiración del silencio". Sin embargo, muchas de sus grandes películas las rodó en sus años mozos, donde también consiguió varias nominaciones al Oscar y dos estatuillas. Una de ellas fue en 1938 por "Capitanes intrépidos", interpretando a aquél memorable marino portugués que se encariña con el malcriado niño protagonista. Pero al año siguiente, en 1939, volvió a ser nominado, obteniendo de nuevo el premio con un menos conocido drama sobre un predicador y su intención, casi quimérica, de montar un centro de acogida especial para niños sin hogar.

      Como ocurría en "Ángeles con caras sucias", nos encontramos ante el problema de la orfandad, de la pobreza, de la falta de hogar en niños sin familia, sin apoyos y sin amigos. En tamaña situación no es de extrañar que gente con tan mal porvenir acabe recurriendo a la salida más razonable y asequible, es decir, la criminal. Lo deja bien claro ese apenado condenado a muerte al comienzo de la película. El desencadenante de todas las intenciones del padre Flanagan no es más que un viejo conocido que, ante la injusta e inevitable situación en la que se encuentra, se desespera al saber que jamás tuvo una oportunidad para que su trágico final pudiera ser otro.
        
         Las condescendientes directrices del cine clásico nos llevan a que el buen samaritano del amigo del padre Flanagan, anteriormente afectado por las fechorías de los niños, ceda ante la siempre influyente insistencia cristiana de un testarudo cura y done unos dolares para los primeros pasos del quimérico sueño de nuestro protagonista. Superada esta concesión argumental, y ganados algunos miles adicionales con algún lloro más, el padre Flanagan monto su ciudad para los niños donde todo el mundo es feliz, digno, honrado y disciplinado. Así, convencido de que ningún niño es malo en sus comienzos, se hace cargo de un joven delincuente cuyo hermano, sin solución ya, pide al padre que se ocupe de él. Sobre esto, como si fuera una especie de "El indomable Will Hunting" a la antigua, es sobre lo que se plantea el hilo de la película.

        Quitando el inocente planteamiento de ciertas escenas, queda patente en el guión la intención de fijar la idea de bondad de los niños, y de que no todos tenemos las mismas oportunidades de cara a la vida, siendo nulas para muchos, destinados algunos a la desgracia desde que nacen. La seriedad y convicción que Tracy le otorga a su personaje bien merecen un Oscar, dándole solidez a lo que con otro actor podría ser una historia mediocre. En definitiva, una recomendable película, que si bien no es una obra maestra, deja patente los rasgos del cine de la época, la honorable moraleja y sobretodo la huella de un actor que por aquel entonces se encontraba en total plenitud.

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