jueves, 7 de febrero de 2013

MIRANDO HACIA ATRÁS CON IRA (Looking back in anger)



Director: Tony Richardson
Reparto: Richard Burton, Claire Bloom, Mary Ure, Edith Evans
Año: 1958
Duración: 99 min.
Nacionalidad: Gran Bretaña
Guión: Nigel Kneale (Obra: John Osborne)
Música: John Addison


     Un hombre, frustrado con la sociedad, sabedor de su desaprovechado potencial, vive compartiendo piso con su mejor amigo y su mujer, la cual comienza a tenerle cada vez más miedo debido a sus continuos enfados y ataques de ira.



    Ser conocedor de nuestra realidad y la de aquellos que nos rodean, saber de qué está compuesto el universo en el que vivimos y los personajes que caminan entre nosotros socializándose, interaccionando, comunicándose, entender mejor que los demás el por qué venimos de donde venimos, o simplemente ser una de esas personas que ubican más capitales de lo normal en el mapa, que conoce más cuadros de los museos más allá de los que salen en los libros de texto, o que dedica más horas al día simplemente a leer; todo ello suele otorgar cierta satisfacción personal, alivio de la curiosidad, noción de menor pérdida de cosas excitantes de la vida de las que los demás normalmente dejan escapar. Sin embargo, el conocimiento a veces no es tan agradable, no hace de nosotros personas más felices sino que la realidad, al comprender mejor su crueldad, nos hunde sin remisión al vernos conscientes pero no capacitados para cambiarla. La insatisfacción por la falta de provecho acaba por sumir a la persona en un mundo de enfado general, frustrado por la ignorancia de las personas, la injusticia de otras y la transigencia y sumisión de otras.

    Con esta idea en la cabeza, basándose también en al propia experiencia, supongo que es como se dispuso John Osborne, dramaturgo inglés, a escribir esta desgarradora, agresiva e impactante obra. Su éxito parece que no eludió los ojos de los cineastas y Tony Richardson llevo a cabo su versión cinematográfica en 1958. Por aquel entonces empezaba a surgir en las islas británicas la ola del "Free cinema", caracterizado por plasmar la dura vida de las clases más bajas y la supervivencia de la sociedad durante una dura época de cambios. Richardson comenzó por obras como ésta, acabando por dar a luz posteriormente una de las obras clave del género, "La soledad del corredor de fondo", referente fundamental del movimiento. En "Mirando hacia atrás con ira" el director refleja como un hombre, magníficamente interpretado por Richard Burton, vive frustrado con el mundo, provocando largas y cansadas discusiones con su mujer, la cual vive al límite de su aguante psicológico, encontrando la única paz en su mejor amigo, compañero de piso, única persona que lo comprende en cierta manera y siente compasión por semejante tristeza interna.

    La intensa interpretación de Burton devora la pantalla, absorbiendo toda la rabia escupida en cada una de sus frases, en cada una de sus miradas, haciéndonos sentir por momentos pena y compasión, pero también miedo y decepción por un personaje complicado, elaborado, dotado de mil y un matices que lo vuelven en ocasiones la persona más cariñosa y comprensiva del mundo y por otros el más tajante, directo e implacable de los seres humanos. Con su madre como único referente admirado en la vida, ella misma es la que le pregunta que es lo  que desea, a lo que contesta: "Nada... todo". La insatisfacción es notable en toda la película, pudiendo notar uno mismo incluso cierto atisbo de inquietud por los mismos sentimientos, los cuales nos tienen que ser familiares a todos por algún momento determinado de nuestras vidas. "No decaigas", le dice la madre en su lecho de muerte. Sólo las madres se dan cuenta de toda la rabia que puede llevar un hijo dentro de sí. En un intento desesperado porque su hijo no caiga en el abismo le advierte con esa frase de que debe encontrar la satisfacción en medio de esa difícil vida, sin verse reflejado en los demás, sin pensar en tiempos pasados, sin buscar la perfección, centrarse en los detalles y controlar su ambición.

    El abatimiento del personaje principal condiciona toda la historia, siendo la luz y la perdición de todos aquellos que lo rodean, que siempre terminan por amarle para luego abandonarle. Una historia de personajes duros, de tiempos para la supervivencia, de convicciones sin acciones, de tristeza eterna y felicidad instantánea, y sobre todo de grandes e impactantes interpretaciones.




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