martes, 8 de noviembre de 2016

"Que Dios nos perdone" y el cine negro español


Año: 2016
Duración: 125 min.
País: España

Director: Rodrigo Sorogoyen
Guión: Isabel Peña, Rodrigo Sorogoyen
Música: Olivier Arson
Fotografía: Alejandro de Pablo
Reparto: Antonio de la Torre, Roberto Álamo, Javier Pereira, Luis Zahera, José Luis García Pérez, Mónica López, María Ballesteros, Rocío Muñoz-Cobo, Ciro Miró, Andrés Gertrúdix, Raquel Pérez, Silvia Casanova, Josean Bengoetxea

Durante la visita del Papa en 2011 la policía de Madrid se encuentra volcada en asegurar la ciudad ante la visita de miles de peregrinos y las diversas manifestaciones en contra de la Iglesia y la situación económica del país. Bajo ese ambiente, una pareja de detectives deberá dar caza a un asesino en serie que promete poner en jaque a la policía en un momento muy delicado.

Repaso a la película de Sorogoyen y al estado del cine negro en nuestro país.



Durante un tiempo podría haber parecido casualidad, sin embargo, la cartelera actual parece confirmar, con dos prometedoras películas, lo que desde hace años se lleva fraguando con respecto al cine negro en España. Tanto "Que Dios nos perdone" como "Tarde para la ira" no son más que la prueba de la facilidad con la que el género se está asentando en nuestro país, con una más que buena acogida de la crítica. No es coincidencia que justo ahora la cartelera nacional presente a la vez estas dos películas, esto viene de antes.

Muerte de un ciclista
Es cierto que existen precedentes muy anteriores. Antonio Bardem en "Muerte de un ciclista" o Fernán Gómez con "El extraño viaje" ya dieron buena cuenta del género en épocas más clásicas. Sin embargo, por aquel entonces, obras de esa calidad no eran tan abundantes (ni en ese género ni en otro) en nuestro cine como ocurría, por ejemplo, en el cine francés, donde gente como Melville, Malle o Chabrol, por nombrar algunos, alcanzaron reconocimiento mundial gracias a una larga lista de obras maestras ("Círculo rojo", "Ascensor hacia el cadalso", "El carnicero"...). Ya en los años 80, Garci, como buen amante del género, dejó su pequeño homenaje a las novelas de Raymond Chadler en "El crack", una película ciertamente olvidada bajo mi punto de vista, que bien podría llevar la etiqueta de la "French connection" española. A partir de ahí, me cuesta recordar otros ejemplos. El mismo Almodovar filmó en 2006 "Volver", la que para mí es su mejor película. Sin embargo, el director para mí clave en este, a mi entender, actual apogeo del cine negro español, es Enrique Urbizu. En 2002 se estrenó "La caja 507", un tenso thriller que ya versaba sobre la especulación inmobiliaria mucho antes de que estallara la burbuja, una historia de venganza hasta las últimas consecuencias. Dio sus primeras advertencias en 1991 con "Todo por la pasta", pero fue "La caja 507" el verdadero punto de inflexión. Tras la más íntima y lúcida "La vida mancha", Urbizu esperó a 2011 para volver al género policíaco con el que para mí es el verdadero estallido en el género, "No habrá paz para los malvados". El primer acto de esa película es todo un ejercicio de tensión y buen hacer que te deja sin respiración hasta el final de la película.

No habrá paz para los malvados
A partir de ahí han empezado a surgir otros directores que han seguido la fórmula, avivando la llama con magníficas películas que han ido elevando la calidad general de nuestro cine. Alberto Rodríguez siguió la estela de Urbizu y presentó en 2012 "Grupo 7", thriller policíaco que no sólo destaca por ser la mejor actuación de Mario Casas, o por ser de las primeras películas que empezaron a hacer famoso al genial Antonio De la Torre, sino también por la habilidad con la que está rodada. Esto último no fue casualidad. En "After" ya había mostrado dotes en su capacidad con la cámara pero en 2014 se produce el verdadero golpe sobre la mesa: "La isla mínima". Decir que fue la mejor película que vi en 2014 suena a poco. "La isla mínima" es rotundamente la película española mejor hecha que he visto hasta la fecha. Hablar de todas sus virtudes sería demasiado largo, sabiendo además que fue una película sobradamente comentada, premiada y hablada por todos. Lo merecía desde luego.

La isla mínima
Rodríguez no ha cesado su producción, actualmente sigue en cartelera con "El hombre de las mil caras", thriller de espionaje que promete seguir la senda de lo bien hecho. Urbizu tiene planeado para 2017 el estreno de "2014 hijos de puta", título que promete ser un drama romántico. Por lo tanto, los valedores hasta ahora en los últimos años del cine negro siguen en la palestra. Pero, ¿Hay más? Merece la mención un director tan bueno como enigmático, llamado Carlos Vermut. Su forma de narrar y su estilo que juega con la psicología del espectador merecen especial atención. Más todavía cuando es el responsable de filmar "Magical girl", historia entre el cine negro y el drama psicológico que supone una excelente bocanada de aire fresco y renovador.

Llegamos con esto al momento actual. Nos volvemos a fijar en la cartelera y vemos "Tarde para la ira" y "Que dios nos perdone". La primera supone el debut detrás de la cámara de Raúl Arévalo, co-protagonista de "La isla mínima" (¿casualidad? ¿coincidencia? ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?), película que disfruta del gozo de la crítica y que ardo en deseos de ver. Por otra parte tenemos "Que dios nos perdone", dirigida por Rodrigo Sorogoyen, la cual he tenido el placer de visualizar y que junto con la anterior confirman el buen momento del género en nuestro país.

Sorogoyen ostenta en su currículum con un film previo llamado "Stockholm", drama minimalista ambientado en el centro de Madrid. En "Que dios nos perdone", Sorogoyen no cambia de localización y aprovecha la grandeza del proyecto para ofrecernos tensas tomas sobre las calles del centro de la capital, la plaza del Sol y emblemáticos barrios como Malasaña o la zona de Tirso de Molina-Lavapiés. Además, se vale de algunas imágenes de archivo de aquel conflictivo verano que nos sirven para absorber la tensión del momento.

La película del director vasco mantiene un ritmo vertiginoso durante sus 2 horas de metraje, sosteniendo la narración incluso después de los giros de guión más importantes. Algunas escenas como una persecución que concluye en una estación de metro, uno de los actos finales en una de las escenas del crimen, o el cierre final son una muestra de la maestría con la que está rodada esta película. 

Que dios nos perdone
El director tiene el mérito añadido de conseguir que nada sobre en su historia. Sus dos personajes principales están trabajados con mimo, y es enormemente difícil presentar dos protagonistas tan diferentes, otorgarles la misma importancia y que ambos arcos argumentales fluyan por si mismos y converjan con la historia principal. Gran trabajo de guión y posiblemente de montaje. Enormes, tanto De la Torre como Roberto Álamo. La transformación de Javier Pereira también es digna de mención.

El cine español, a pesar de todo, goza últimamente de buenas obras. Puede ser casual o puede ser una moda pasajera, pero estaría bien poder soñar que fuera de nuestras fronteras, Buñuel y algunas excepciones a parte, nuestro cine fuera recordado en la historia por un gran "Boom" de magníficas películas filmadas en esta época. Qué mejor, si cabe, que dentro del género más clásico de todos los géneros, el cine negro. 

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