Director: Sam Peckinpah.
Intérpretes: Dustin Hoffman, Susan George, Peter Vaughan, David Warner.
Año: 1970
Puntuación: 8/10
Una pareja formada por un matemático y su bella esposa se trasladan a una casa en un pequeño pueblo escondido de Inglaterra. Allí, no dejarán de comenzar los problemas al ir conociendo al gran número de dantescos personajes que forman la comunidad que habita el pueblo. La ley marcial y el estado anárquico se van haciedo cada vez más presentes a medida que pasa el tiempo, hasta el punto de acabar temiendo por sus vidas.
Desde el primer momento de la película uno nota que hay algo que no va bien, algo no funciona... esos albañiles, esas risitas... no, defenitivamente, el ambiente está cargado de maldad, de tensión y de incomodidad. La cosa se vuelve aún más inquietante cuando los protagonistas se encuentras al gato ahorcado en su armario. Ese es el momento en el que uno acaba diciendo: "Ésto no puede acabar bien".
El comportamiento libertino y sin control de los personajes que forman el pueblo le da un carácter altamente imprevisible a la película, que acaba por desencadenar los peores acontecimientos, de todos los posibles. Como si se tratara del listo con gafas de clase, los bestias pueblerinos se ensañan con el pobre Dustin Hoffman, como si se tratara del patio del colegio. Con la pequeña salvedad de que la diferencia que hay entre la altura de un niño y la de los engendros de la película es la misma que hay entre una travesura infantil y las cosas que pasan en este relato. Aún por encima, el hecho de tener una bellísima esposa no suele ayudar cuando se trata de lidiar con personalidades de tal brutalidad.
Menos mal que nuestro pequeño matemático se arma de valor al final de la película, y pone fin al caos reinante que le deja la casa como si un huracán hubiera pasado.
Desde el primer momento de la película uno nota que hay algo que no va bien, algo no funciona... esos albañiles, esas risitas... no, defenitivamente, el ambiente está cargado de maldad, de tensión y de incomodidad. La cosa se vuelve aún más inquietante cuando los protagonistas se encuentras al gato ahorcado en su armario. Ese es el momento en el que uno acaba diciendo: "Ésto no puede acabar bien".
El comportamiento libertino y sin control de los personajes que forman el pueblo le da un carácter altamente imprevisible a la película, que acaba por desencadenar los peores acontecimientos, de todos los posibles. Como si se tratara del listo con gafas de clase, los bestias pueblerinos se ensañan con el pobre Dustin Hoffman, como si se tratara del patio del colegio. Con la pequeña salvedad de que la diferencia que hay entre la altura de un niño y la de los engendros de la película es la misma que hay entre una travesura infantil y las cosas que pasan en este relato. Aún por encima, el hecho de tener una bellísima esposa no suele ayudar cuando se trata de lidiar con personalidades de tal brutalidad.
Menos mal que nuestro pequeño matemático se arma de valor al final de la película, y pone fin al caos reinante que le deja la casa como si un huracán hubiera pasado.
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