viernes, 25 de mayo de 2012

EL DULCE SABOR DEL ÉXITO ("Sweet smell of success")


Director: Alexander MacKendrick

Reparto: Tony Curtis, Burt Lancaster, Susan Harrison

Año: 1957


Puntuación: 8/10



        También conocida como "Chantaje en Broadway", nos cuenta el particular acuerdo laboral entre un agente de prensa y un afamado columnista, cuya influencia sobre la sociedad y la política de la ciudad le otorga un enorme y oscuro poder.




       Para hablar de cine negro lo primero que se nos viene a la cabeza es la mafia, el crimen organizado y la corrupción policial. Sin embargo, el verdadero objetivo del género no es simplemente relatar las crudas y violentas vivencias de la peligrosa y extravagante vida llevada por esto individuos, sino acercar al espectador esa parte del ser humano sucia, oscura, cruel y animal que lleva a sus personajes al chantaje, el asesinato, la extorsión y a vivir por encima de la ley. Por ello, no sólo de gansters vive este cine, sino también de otros mundos relacionados próximamente como son el periodismo o la política.

       Así como ocurre en "The wire", donde el siguiente paso a la venta de droga es la política, el simpático candidato a senador de "El político" oscurece su persona de tal forma que olvida sus razones iniciales y opta por el chantaje a cambio de poder. Y es aquí donde aparece otro de los principales aspectos de este mundo, los medios de comunicación. El periodismo ostenta un poder especial de cara a la opinión pública, cuya condición puede hacer oscilar la balanza del poder en una dirección u otra. Muestras de ese poder ya las mostró Billy Wilder en "El gran carnaval", para luego reírse de ellas en "Primera plana". Puede que éstas últimas no pertenezca a lo que se conoce como cine negro, pero creo que dejan claro de lo que hablo.

       "El dulce sabor del éxito" respira sed de poder por todos los costados. Desde la primera escena, un magnífico Tony Curtis nos deja claro sus aspiraciones hasta lo más alto de la pirámide del éxito. Su trabajo, buscar información para que sea publicada por escritores, periodistas o columnistas adscritos a un periódico, se convierte en una continua dependencia de estos manipuladores de la palabra, sobre los cuales recae la potestad de decir, en su columna semanal o diaria, qué es bueno y qué es malo, quién gana y quién pierde, quién escala puestos y quién los baja.

       En ese papel todopoderoso encontramos a Burt Lancaster, que en este caso encarna a un implacable columnista cuya palabra es temida por todos, incluso senadores, que ceden a su chantaje por miedo a las represalias a través de sus artículos. Este poder de influencia llega hasta el punto de dominar hasta a su propia familia, cuya hermana se ve obligada a sucumbir a los deseos de su hermano por permanecer junto a él en vez de irse con el hombre amado, manteniendo una relación similar a que mantuvieron en su día Tony Montana y su hermana en "Scarface".

      Dicha relación lleva al poderoso periodista hasta los mayores extremos de su poder, haciendo que su más fiel aliado, su agente de prensa, recurra a los métodos más sucios para mantener la unilateral decisión de su influyente columnista. Es aquí donde los dos actores mantienen un tenso pulso entre el orgullo y la soberbia, el poder y los celos, donde dejan entrever las dotes de dos impresionantes actores. Estos además, se ven acompañados de un tenso, aplastante y magnífico guión, que mide las palabras de cada uno de los personajes con lupa, sobretodo en los momentos donde ambos personajes coinciden, otorgando una absorbente solidez a la película que lleva al espectador hasta su impactante final.

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