miércoles, 17 de noviembre de 2010

FAT CITY




Director: John Huston

Reparto: Stacy keach, Jeff Bridges, Susan Tyrell, Candy Clark, Nicholas Colasanto

Año: 1972

Puntuación: 8/10





       La historia se centra en Tulli, un antiguo boxeador profesional que aspira a poder volver a entrenarse y volver a ganar dinero boxeando. Tulli conoce a Ernie, un joven de 18 años de características prometedoras para el boxeo, que comenzará su carrera profesional gracias a una recomendación de Tulli. Ambos se hacen amigos, pero la vida los golpeará con diferentes guantes.

     Muchas veces el cine nos retrata ideales historias, de final feliz, con épicos héroes que afrontan durísimas batallas con la recompensa de que todo acaba saliendo bien, todo el mundo está contento, hay comida para todos, todo el mundo que se lo ha merecido termina saboreando la victoria. Y algunas de ellas puede que sean grandes obras. Pero eso solo ocurre en la cara luminosa de la Luna. En su dorso las historias transcurren con dolor, penuria, tristeza y fracaso. Porque hay gente que lucha, y lo hace muy duro, más que la mayoría, y sin embargo no tienen recompensa, pasan al olvido, y sólo les queda su soledad y una botella de vino. 

          Nuestro personaje deambula por la vida entre bares de cuestionada reputación, luminosidad de burdel y decorativa suciedad, y campos de cultivo de tortuosa labor y deterioro lumbar. Hundido en litros de whisky, comienza a ver su vuelta al boxeo como la única salida que le queda. Su éxito no hace más que sacar a la luz la miseria de una vida que parece darle la espalda sin razón a aquellos que realmente necesitan una mano. Su alter ego mexicano, con apreciable castigo físico, manifiesto en su orina, resalta el tono de desesperación por el cual luchan estos supervivientes de los bajos fondos. Mientas los espectadores piensan en apuestas deportivas, entretenimiento y comerse una hamburguesa, los boxeadores combaten por esa pizca de dinero que les permita subsistir para pagar sus facturas. 

          Hay que tener mucho valor para levantarse por la mañana sabiendo que no tienes nada. Hay que ser muy valiente para mantener el buen humor y la sonrisa, ser capaz de hacerse cargo de una irritante borracha rendida ya a la amargura del alcohol y cocinarle pacientemente un filete para que mantenga su lamentable existencia. Llega el final, mira a la gente congelada, uno a uno se va preguntando si tienen una vida tan jodida, si probablemente es la persona más desgraciada del bar, o qué clase de esfuerzos han hecho ellos para tener sus fabulosas vidas. Se endereza, termina el café al lado de su amigo. Solo necesita una clemente compañía. La cara oculta es un sitio muy oscuro... y muy solitario.

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