lunes, 14 de marzo de 2011

EL FUEGO FATUO (Le feu follet)



Director: Louis Malle

Reparto: Maurice Ronet, Jeanne Moreau, Alexandra Stewart, Bernard Nöel, Lena Skerna

Año: 1963


Puntuación: 8,5/10


      
      Alain Leroy se recupera en una clínica de su adicción al alcohol. Casado con una norteamericana, deja a su mujer en Nueva York para recuperarse en París. En la recta final de su recuperación, todos ven a Alain en formidable forma, su médico, los amigos a los que solía frecuentar en su anterior vida, sus amantes... sin embargo él no encuentra consuelo en ningún sitio.

      No soy fan de la "Nouvelle Vague". Esa ola de supuesto revolucionario cine francés, de bruscos cortes, extraños planos y extraña muestra de emociones me ha parecido siempre un cine sobrevalorado (dejémoslo en eso). Bresson, Becker o Clouzot hicieron magníficas películas sin necesidad de extraños métodos; Truffaut hizo gala de su maestría durante pero también después de la "Nueva Ola". Sin embargo, esta historia de Louis Malle encuadrada en esa época de esplendor del cine francés, constituye una incontestable declaración de angustia, que no se deja influenciar por tendencia estética alguna.

     Los estados de ánimo en los que uno se encuentra a la hora de ver una película influyen de forma determinante a la hora de juzgarla. Sin embargo, sólo si la película es buena, si los matices son los adecuados, nos llega una historia a donde su director quiere. Intentaré eludir lo máximo posible las emociones previas a la película, pero sólo puedo decir que "el fuego fatuo" me dejó sin habla tras su final. 

     Malle, retrata, basándose en una novela de Drieu La Rochelle, la desesperación más angustiosa, como la vida se va esfumando de un cuerpo sano, como los ruegos son incomprendidos y la soledad invade un alma herida. El virtuoso pasado, lleno de victorias y satisfacciones, de fiestas y mil anécdotas que contar, se puede convertir a veces en un bache difícil de superar cuando la vida no da paso a la evolución. Los amigos se separan, siguen sus vidas, forman familias. Y cuando se falla a la hora de dar el paso y hacerse mayor, aún haciendo un honorable intento, el golpe puede ser fatal.

     La peor salida, el más trágico de los desenlaces siempre amenaza cuando no se es capaz de satisfacer los gritos desesperados de un amigo. La superficialidad no vale, los tópicos sobran, sólo se quiere una salida firme, porque si no puede ocurrir que se que acabe por dejar "una huella indeleble" en el corazón de todos aquellos que rodean el corazón de la persona. Un retrato crudo y sincero del hundimiento final de una persona que se extingue, como un fuego fatuo.

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