viernes, 9 de marzo de 2012

LA ETERNIDAD Y UN DÍA "Mia aioniotita kai mia mera"


Director: Theodoros Angelopoulos

Reparto: Bruno Ganz, Isabelle Renauld, Fabrizio Bentivoglio, Achilleas Skevis

 Año: 1998



Puntuación: 8/10



      Alexander, un escritor y poeta de éxito, debe ingresar en el hospital en los próximos días, de donde seguramente ya no vuelva. Durante los días previos, aprovecha para despedirse de su hija y pasear a su perra. Sin embargo, en su camino salva a un niño refugiado Albanés, al cual no puede dejar en cualquier parte, e intentará ayudarlo antes de irse. Durante esta aventura aprovechará para recordar a su mujer, su infancia y sus momentos más emotivos y placenteros, todo aquello por lo que mereció la pena vivir.



    Muerto en Enero de este mismo año, atropellado por la moto de un policía mientras rodaba su última película, el fallecimiento de Theo Angelopoulos ha sido lamentablemente el mejor motivo que he tenido para conocer el cine de este aclamado director griego. "La eternidad y un día" es la primera de sus películas que veo, una de sus más laureadas obras, palma de oro en Cannes en 1998.

     El inconformismo personal actúa como tema inicial de la película ante el advenimiento de un final próximo. Este sentimiento nos sirve de excusa para comenzar un nostálgico recorrido sobre el amor, la familia y la satisfacción en la vida, que encuentra su nudo central en la aventura emprendida tras el encuentro del longevo protagonista y el desdichado niño. Con esto entramos en un viaje alucinante por la vida de Alexander, en donde los diferentes personajes que se van encontrando la extraña pareja simbolizan una pequeña parte de todo lo que ha sido la vida del protagonista a lo largo de los años.

     El horror, reflejado por la desdicha del niño albanés, se controla delicadamente para no eclipsar el tono nostalgico de la historia. El último día de Alexander se convierte en un onírico periplo, que cruza realidad y recuerdos en uno sólo, narrado con una poderosa voz en off de lírico contenido. Hacia el desenlace, ambos personajes se suben a un autobús en donde desfilan todo tipo de enegmáticos individuos, reflejando cada uno de los aspectos significativos de la vida, cada uno de los buenos momentos que vivimos en nuestro tiempo, cada una de las sensaciones por las que pasamos, hasta nuestra última parada. Una de las escenas más llamativas que he visto últimamente.

    Durante dos horas, asistimos a la redención de un hombre consigo mismo, con su amor de toda la vida, con sus libros, sus poemas y su querido perro. Una búsqueda de uno mismo que en este caso le llega al protagonista en los últimos días de su vida. Incluso en VO en griego merece la pena.

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