viernes, 20 de julio de 2012

NO TOQUÉIS LA PASTA (Touchez pas au grisbi)


Director: Jacques Becker

Reparto: Jean Gabin, Rene Dary, Dora Doll, Vittorio Sanipoli, Marilyn Buferd, Gaby Basset

Año: 1954



Puntuación: 7,5/10



     Max, un veterano atracador, acaba de dar el último golpe de su vida junto a su compañero de siempre. Los 50 millones robados los utilizará para retirarse, sin pensar que Angelo, un mafioso de la zona acabará por secuestrar a su amigo, pidiendo como rescate los 50 millones.




      No sólo de boinas, pintura y cigarrillos vivía el cine francés a mediados del siglo XX. Al contrario de lo que se puede pensar, el cine del país vecino ha sido siempre uno de los más ricos e influyentes y durante los años 50 y 60 dio a luz a grandes maestros que influirían posteriormente en la renovación del cine, en proceso de desgaste por aquella, y sobre esa maravillosa generación del cine americano que revolucionó la industria en los 70. También dieron lugar a muchos bodrios, todo hay que decirlo. Sin embargo, hay tres nombres propios en el cine francés de los 50, tres nombres a los que el resto de la humanidad les debemos demasiados e impagables buenos ratos, les debemos incalculable agradecimiento por regalarnos media docena de obras imprescindibles.

     Bresson dejó para la posteridad la sentimental historia de un enamorado y talentoso carterista en "Pickpocket", y utilizó como nadie el recurso de la tensión en la emocionante y hermosa "Un condenado a muertes se ha escapado". Clozout hizo el cine menos francés de todos atreviéndose con una obra maestra del cine de acción y aventuras como "El salario del miedo", y entretejió una de las tramas matrimoniales más logradas de la historia del cine en "Las diabólicas". Pero Becker, en un alarde de talento, desarrolló el que posiblemente sea uno de los mejores dramas carcelarios de la historia, "La evasión", una obra maestra del cine clásico.

     Del mismo palo es esta "No toquéis la pasta". Becker dirige con tenacidad a un elenco de sólidos personajes, encabezados por un duro pero a la vez nostálgico Jean Gabin. A raíz de un planteamiento de cine negro convencional (el chantaje y el robo nunca fueron novedad) el director absorbe la atención del espectador y consigue mantener el ritmo de la historia durante toda la película. Quizá no llega a la altura de otros clásicos del género como "La jungla de asfalto", pero la película guarda el estilo personal del director, completando una trama excelentemente contada.

    El personaje Max, un aparente tipo duro que no depende de nadie, olvida sus egoísmos personales y acaba renunciando a su jubilación por la amistad que de hace tantos les une. La escena final es un fiel reflejo de como uno debe asumir que no siempre los planes salen como uno quiere, que la vida a veces nos estropea esos planes que hasta el momento habían salido tan perfectos. Sin embargo, Max se queda con la satisfacción de que, pasara  lo que pasara, ha cumplido con su deber y su amistad, llenando de satisfacción su rostro final.

     Son escenas así las que hacen a directores como Becker gente legendaria, verdaderos mitos del séptimo arte que perdurarán siempre en nuestra memoria y que recordaremos cada una de sus obras como maestra.

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