viernes, 26 de julio de 2013

EL BAILE DE LOS MALDITOS ("The young lions")



Título original:
The young lions
Duración: 167 min.
Nacionalidad: EE.UU.

Director: Edward Dmytryk
Guión: Edward Anhalt (Novela: Irwin Shaw)
Productora: 20th century Fox
Música: Hugo Friedhofer
Reparto: Marlon Brando, Dean Martin, Montgomery Clift, Maximilian Shell,     Hope Lange, Barbara Rush, Lee van Cliff, Mia Britt

        Ambientada durante la segunda guerra mundial, la acción se centra en varios oficiales de bandos diferentes y en su distinta visión de la guerra según las circunstancias. Mientras uno milita en el bando nazi, mostrando sin embargo todo tipo de educación y tolerancia con sus enemigos y los sometidos franceses, los otros sufren las consecuencias de su condición judía y pobre en el ejército americano.




      En el cine clásico la guerra, sobre todo la segunda guerra mundial, es uno de los temas más recurrentes junto al cine negro o el western. Sin embargo, no tantas son las versiones en la que la acción o parte de ella se centre en el bando alemán. Recuerdo aquel intenso drama de Douglas Sirk llamado "Tiempos de amar, tiempos de morir", centrado en el amor entre un capitán alemán y su alejada esposa, con uno de los finales más trágicos del cine. También recuerdo esa obra maestra de Peckinpah, "La cruz de hierro", donde un comando alemán escapaba líneas atrás del frente ruso, con un inconmensurable Lee Marvin, aunque sea una película ya menos clásica. Ambas películas presentan un notable carácter antibelicista, donde los soldados alemanes son presentados de forma más humana, con los mismos idilios morales que encontramos en los protagonistas de otras películas bélicas.

     "El baile de los malditos" sigue esta misma senda, y va un poco más allá. Nos encontramos con tres personajes diferentes, todos ellos en perfecto desacuerdo con la idea de nobles patriotas que acuden en auxilio de su país. Por una parte, Marlon Brando, el personaje más carismático y conseguido de la película, encarna excelentemente a un apuesto y educado oficial alemán que simplemente hace bien lo que le encomiendan, convirtiéndose en un eficiente capitán estimado por su superior. Sin embargo, su mentalidad dista bastante de la mostrada por sus camaradas, sintiendo una enorme decepción  cada vez que se ve repudiado e insultado por los ciudadanos de las zonas ocupadas. Brando llena la escena sólo con su presencia, su media sonrisa conquista a cualquier espectador, y construye un emotivo personaje que se lleva la parte más trágica de la película. Su personaje constituye la visión del ascenso y caída de la gran Alemania nazi, representada perfectamente por su superior y su mujer, los cuales comienzan la guerra con grandes expectativas y estatus social, para acabar de forma tétrica en los últimos años de guerra. La afinidad del personaje de Brando por su patria va mermando a medida que avanza la guerra, sufre al observar la antipatía de la gente por el nazismo, dándose cuenta de que los ideales que representa se han desviado totalmente de lo que él quería para Alemania. 

     Sin embargo, la historia no se queda sólo en listar los defectos de la ideología nazi, sino que indaga en un aspecto sobre el que no muchas películas entran, la intolerancia existente en la sociedad americana, y en cualquier sociedad en general. En este caso, la película la protagonizan dos soldados reclutados a la fuerza, que luchan a su manera por sobrevivir en el núcleo del ejército estadounidense. Por una parte Dean Martin representa extraordinariamente a un famoso actor de teatro que se va librando gracias a sus influencias de las tareas más escabrosas del ejército, pero que ante la posibilidad de se tachado de cobarde decide dar un paso al frente. Éste se ve acompañado por el personaje de Montgomery Clift, un enclenque judío, arrastrado también al alistamiento, y que es repudiado y vilipendiado por sus compañeros de barracón, sin apoyo de sus superiores. Ambos personajes están poco familiarizados con lo que ocurre en Europa, sus deseos se encuentran lejos de la victoria, salvo porque ésta implica volver a casa, y su discurso está cargado de muchas cosas excepto de patriotismo. Por lo tanto, estamos no sólo ante una historia anti-nazi, sino también anti-americana, conformando además una larga narración de más de dos horas y media de duración, lo cual hace notar el año de su estreno (1958), bastante después del aluvión de películas de carácter propagandístico de los primeros años cuarenta.

    Exceptuando quizá una exagerada actuación de Clift, quién me recuerda muchas veces a una versión más clásica de James Dean, ambos encarnando siempre a personajes demasiado llorones, "El baile de los malditos" supone un verdadero clásico del cine bélico, con personajes más reales, fuera de fanatismos, que participaban en la guerra por obligación más que por convencimiento, con una narración fuerte y sólida, sin demora en eternas escenas sentimentales, ni recreo en aparatosas escenas bélicas que por otra parte escasean en la película. Un film bastante desconocido en mi opinión que no por ello desmerece de ser visto, ya que merece bastante la pena.





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