lunes, 20 de mayo de 2013

ITALIANO PARA PRINCIPIANTES (Italian for Beginners)




Título original: Italian for Beginners
Duración: 94 minutos
Nacionalidad: Dinamarca
Director:  Lone Scherfig
Guión: Lone Scherfig
Música: Sin música
Fotografía: Jorgen Johansson


        En un pequeño barrio de Copenhage un grupo de personas asisten a unas clases de Italiano impartidas en el ayuntamiento. Los diferentes participantes utilizan este curso como vía de escape y distracción de sus problemas, bien familiares o laborales, terminando por entablar curiosas relaciones entre ellos.




       Bajo el estigma del movimiento "dogma" han salido a la luz una gran cantidad de directores daneses. Los ahora conocidos Lars von Trier, Thomas Vinterberg o Susanne Bier comenzaron sus carreras utilizando las reglas de la controvertida tendencia, en gran parte debido seguramente al cómodo presupuesto que se necesita para adaptar un guión bajo esas reglas. De esta forma descubrimos obras como "Celebration", notable drama familiar y uno de las películas de culto asociadas al manifiesto. Si empezamos a indagar sobre sus asiduos, descubrimos que la escuela danesa a logrado labrarse un notable renombre en el mundo del cine, no sólo dentro de los pedantes colectivos de aficionados al "otro cine", sino en todo el celuloide, incluyendo EE.UU., donde varios de sus representantes han sido reclamados para realizar sus obras en ese país, y donde han sido galardonados con diferentes nominaciones y premios (Recordemos que Susanne Bier ganó un Oscar por "En un mundo mejor").

      Lo mismo le ocurre a Lone Scherfig. Tras comenzar optando por la escasez presupuestaria de la corriente de moda en su país, obtuvo notable éxito con sus primeras obras, que lo han llevado cada vez a proyectos más sólidos que lo consolidaron primero en Gran Bretaña con "An education" (3 nominaciones en los Oscar) y luego en EE.UU. con "One day". Sin embargo, sus primeros pasos comenzaron con la película "Italiano para principiantes", con la que fue galardonado en Berlín y en la Seminci de Valladolid. En ella nos encontramos a un grupo de personajes atormentados por diversas desgracias de la vida, que acaban asistiendo a unas clases de italiano otorgadas por el ayuntamiento como medida de distracción semanal. Sin embargo, para algunos de ellos las clases son un mera excusa para escapar de la rutina diaria, alejarse de sus problemas o coincidir con la persona deseada. De esta forma vemos como los protagonistas tejen cada uno su propio drama, complicando la historia hasta que los personajes se entrecruzan.

      Escrita sin música ni efecto alguno, la cámara en mano nos ofrece una perspectiva casi de teleserie, centrando la acción estrictamente en los diálogos. Siguiendo con la dinámica, tampoco hay decorados, por lo que las escenas se desarrollan todas en habitaciones o lugares reales. De esta forma el director deja todo el timón de la película a la inmersión de sus actores en los personajes, unos más creíbles que otros, provocando ciertas sensaciones de escasez en determinados momentos. Los personajes de las dos chicas principales están bien explotados y desarrollados, con problemas verdaderamente representativos de la sociedad. Sin embargo, otros personajes como el irritable camarero del estadio de fútbol, a pesar de la fuerte personalidad de la que se le otorga, sólo posee cabreo, tanto, que se lo contagia al propio espectador en ocasiones, y nunca se justifica en el guión el origen de tan irascible actitud. 

      Vista desde cierta perspectiva, la película podría asemejarse a una especie de "Vidas cruzadas" en versión dogma, sin profundizar al límite en la tragedia como otras películas del género como ocurría en "Happiness",  donde Winterbottom hundía el dedo en lo más repugnante de las personas, dando lugar a situaciones de lo más variopintas, llegando a confundir al espectador entre la comedia y el horror. En "Italiano para principiantes" la historia no es tal, no se intenta hacer una reflexión metafísica sobre la naturaleza del hombre, ni se recurre a imágenes o escenas impactantes que marquen al espectador, sino que se recurre a una una narración más inocente, donde los elementos lacerantes se eliminan rápido, evitando las lágrimas, aunque evitando también la complicación del guión, que por otra parte quizá hubiera agradecido algo más de carne que cortar. No obstante, como ejercicio de suave tragicomedia la película ofrece un rato agradable que pasar, un dulce caramelo que si bien en las manos de Woody Allen se convertiría en un delicioso Tiramisú, deja con un buen sabor de boca y con la impresión de que con bajo presupuesto se puede hacer igualmente buen cine.

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