martes, 26 de enero de 2010

FUNNY GAMES



Director: Michael Haneke
Reparto: Susanne Lothar, Ulrich Mühe, Arno Frisch, Frank Giering, Stefan Clapczynski, Doris Kunstmann.
Año: 1997
Puntuación: 8/10

Como se ha dicho anteriormente en este blog, el cine, aunque generador de entretenimiento, no debe buscar en ello su fin último. El realizador de cualquier film debe enviar un mensaje, cifrado en forma de secuencias, al espectador. No necesariamente ha de ser una declaración de ideales, no necesariamente debe terminar con moraleja... pero ese mensaje debe narrar una historia, basando su magnitud en la calidad de sus diálogos (Pulp Fiction), en el poderío de sus planos (cualquier film de Ingmar Bergman) o en lo excepcional de los hechos (Una historia verdadera).

Y con lo último de Michael Haneke, "La cinta blanca", en cartelera se presenta una buena oportunidad para recordar su (al menos hasta ahora) obra maestra.
Funny Games es, principalmente, un relato crudo, cruel y de difícil degustación. Narra una historia simple, sencilla. Pareja y dos hijos pretende pasar fin de semana en segunda residencia. Al lado de un lago, con vecinos risueños, campo de golf. Todo perfecto, hasta que dos jóvenes, haciéndose pasar por invitados de los risueños vecinos se internan en la casa de la pareja protagonista.

Lo hacen para pedir una docena de huevos y, de paso, probar la resistencia de la rodilla del hombre de la casa al colisionar con uno de sus palos de golf, ahogar con una bolsa a su hijo...
Una historia, como ya he dicho, sencilla. Sin grandes efectos visuales, sin giros de argumento insospechados... ¿Dónde reside, pues, la grandeza de la película? En el modo en que Haneke nos la muestra. Lo hace desde un punto cercano a los protagonistas. Marcando los tiempos de cada escena magistralmente, haciendo que esperemos largos segundos a que suceda lo que sabemos que va a suceder. Manteniendo el plano para que degustemos la extrema violencia sin que exista otra posibilidad.

Haneke no mastica las secuencias para que traguemos imágenes a gran velocidad y música de fondo. El director se empeña en que sea el espectador el que descifre el sufrimiento de los protagonistas. La incertidumbre inicial, el dolor de los ataques, la angustia final. No hay escapatoria. Sufrirán de aburrimiento los amantes del cine videoclipero, al estilo trilogía Bourne. Este es cine para degustar, para saborear, aunque el plato denote cierto placer enfermizo.

Excepcional el inicio, la música que acompaña el paseo de los protagonistas en coche. Lo cual ya nos advierte de que la plácida y relajante música clásica puede convertirse, sin quererlo ni esperarlo, en auténtico heavy metal.

El propio Haneke dirigió un olvidable remake de la película en 2007 en Estados Unidos con Naomi Watts (21 gramos) y Tim Roth (Reservoir Dogs) como protagonistas.

2 comentarios:

  1. Muy bien hasta qu escribes algo
    Gran película. Otra grande de este pavo es La Pianista
    Un saludo

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  2. Yo todavía no la he visto. Tengo reservada La cinta blanca para ver esta semana, pero esta también la meto en la lista.

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